Resaca celosa de mis amígdalas tras días de vistas privilegiadas. Quizás celos debidos a nuestra inapetencia por juntar a más nadie que a dos perfectas serendipias o, tal vez, por la falta de respiración a la que se veían expuestas.
Momentos de completa y afectuosa motivación después de mensajes de apoyo escritos con la mano dormida en múltiples papeles sueltos y desordenados a lo largo de aquella minúscula habitación a la que le hace falta un sillón. Sillones forrados de tela para ocultar el plástico que chirría cuando se practican deportes diversos y adversos a la ropa y ropa que sobra para mirar lo atractivo que se asoma a la puerta del balcón.
Estudio pausado y meticuloso de cada uno de los pasos que se dan y escriben para, al final, dejarte llevar, dormir y caminar guiado por el brazo. Brazo que se duerme contigo mientras la mirada despeinada vigila y protege.
Una conversación despreocupante que te deja lleno, completo y realizado antes de que la cama se abra por la mitad e intente tragarte para luego romperte como una zapatilla de la cual se te queda atrás, finalmente, la tira que querías unir a la esquina más personal de tu colección de recuerdos porteros.
Ideas sueltas, desordenadas, faltantes y sentidas que, como único nexo de unión tienen infinitos puntos suspensivos.
Momentos de completa y afectuosa motivación después de mensajes de apoyo escritos con la mano dormida en múltiples papeles sueltos y desordenados a lo largo de aquella minúscula habitación a la que le hace falta un sillón. Sillones forrados de tela para ocultar el plástico que chirría cuando se practican deportes diversos y adversos a la ropa y ropa que sobra para mirar lo atractivo que se asoma a la puerta del balcón.
Estudio pausado y meticuloso de cada uno de los pasos que se dan y escriben para, al final, dejarte llevar, dormir y caminar guiado por el brazo. Brazo que se duerme contigo mientras la mirada despeinada vigila y protege.
Una conversación despreocupante que te deja lleno, completo y realizado antes de que la cama se abra por la mitad e intente tragarte para luego romperte como una zapatilla de la cual se te queda atrás, finalmente, la tira que querías unir a la esquina más personal de tu colección de recuerdos porteros.
Ideas sueltas, desordenadas, faltantes y sentidas que, como único nexo de unión tienen infinitos puntos suspensivos.
Serendipity
Espero que disfrutes tu maillot turquesa de la victoria.
Espero que disfrutes tu maillot turquesa de la victoria.
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