Nunca una palabra escrita con subrayador rosa en un papel doblado 3 veces tuvo tanta repercusión en el caudal de un río.
Tampoco la tuvo el nombre de un modelo vintage de ojo heredado de un barbicanoso amigo de profesor de universidad.
Y es que, cuando vuelan los manteles y se hace especial el domingo, no hay quien pare a este planeta peludo que ha salido de su órbita a dar una vuelta incitado por el abandono de su luna y su anillo; cosa, esta última, que los mantenía unidos.
Y sé que piensas que a lo mejor estoy algo ido, pero ya sabes que nunca pierdo una sola oportunidad. Esa oportunidad de despertar por la noche en medio de una sala de proyección oscura y vacía en la que, lo mejor que se puede hacer, es iluminarla con 32 pedazos de marfil perfectamente alineados.
1, 2, 3, 4, 5................. muchísimo.
1, 2, 3, 4, 5................. muchísimo.
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