lunes, 25 de enero de 2010

"Recuerdos ciclistas de Santa Monica Bay"

Mis padres nunca me dejaron tener un Tamagotchi. Creyeron que acabaría por matarlo, igual que hice con aquellos pequeños peces blaugranas que me regaló mi tía por Navidad. En mi defensa puedo decir que nunca me quedó lo suficientemente claro cómo eran capaces de comerse sus propias escamas. Simple canibalismo, supongo.
Pensando en esto, acabo por darme cuenta de que nunca me he comido un frigopie. ¿Raro? No. Nunca me han llamado demasiado la atención los extremistas; y mucho menos la extremidades.



Jefferson Airplane a las 8 de la mañana en Woodstock y un penetrante olor a tinte de roscas en Triana.

2 comentarios:

  1. A mi por el contrario si que me regalaron el Tamagotchi craso error por parte de mis padres ya que no me duro ni dos días lo mate de hambre o aburrimiento no lo sé, desde el momento de la muerte de mi tamagotchi vivo frustrada por no ser capaz de mantener con vida a ningún ser persona o cosa que no sea yo, aunque este último año he conseguido mantener con vida dos captus, parece que la madurez y el sentido de la responsabilidad están haciendo mella en mi xD creo que dentro de poco este preparada para cuidar una planta (:

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  2. Bueno, quién sabe, quizá algún día te regale un perro artrítico jajaja

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